La historia que les contaré hoy sucedió con un testigo de Jehová, ex vecino y ante todo quiero aclarar que mi intención no es denigrar ninguna religión; sé que hay personas íntegras que llevan una vida ejemplar dentro de sus creencias. Una vez dicha la advertencia, doy inicio al relato.
Al personaje de hoy le llamaré Hernán.
En el barrio en el cual viví varios años vive Hernán, un hombre entrado en los 30 años, siempre bien peinadito, recuerdo verlo salir de su casa junto a su mujer y su pequeño hijo, con su pantalón de lino oscuro, camisa manga corta y un maletincito.
La verdad me parecía súper X, porque tanta seriedad lo hacía ver mucho mayor; entonces no era esta cosa de tenerle ganas, pero sí nos saludábamos porque solía ir a su casa a sacar fotocopias e imprimir, pues él ofrecía el servicio.
Igualmente, tenía una vecina bastante ardiente, por la cuadra todos sabíamos de sus andanzas, pues casi todos los hombres del barrio habían pasado por su cama (excepto yo, porque ajá) hasta muchachos menores que ella, porque les estoy narrando de una mujer entrada en los cincuenta años.
Una vez escuché un chisme de tienda donde hablaban que habían visto a Hernán entrar a casa de dicha vecina a tomar unas cervezas y de ahí hubo sexo, porque la esposa de Hernán llegó a casa, no lo encontró y le dijeron que estaba en casa de la vecina y efectivamente ahí estaba ebrio y deslechado.
Ahí fue cuando deduje que ese hombre tenía un diablito susurrándole al oído.
Sin embargo él salía los domingos bien vestidito con su respectiva sombrilla y la esposa agarrándolo, como dando entender que nadie se lo quitaba, eso me daba risa.
Una mañana me levanté tardísimo para ir a hacer una diligencia y olvidé sacar una fotocopia de mi documento, así que fui antes de 08:00a.m a tocar a casa de Hernán para sacar la fotocopia e irme listo.
Toqué el candado unas tres veces, pero no abrían la puerta, como vi que no me abrían, volteé para irme a otro lado, cuando escuché que me llamaron por mi nombre y era la esposa de Hernán con una toalla en la cabeza diciéndome:
Mujer de Hernán: — Buenos días, ¿Qué necesitas?
Yo: — Hola, necesito unas fotocopias
Mujer de Hernán: — ¡Entra! HERNÁN, HAZME EL FAVOR Y ATIENDE AQUÍ MIENTRAS ME SACO EL SHAMPOO — gritó a Hernán
Ella se fue al fondo cuando veo a Hernán con una camisilla tipo esqueleto y una pantaloneta a cuadros, color gris y se le marcaba un PAQUETOTE... además le colgaba y creánme que eso me hizo tragar en seco y no me importó que él lo notara.
Hernán: ¡Buenos días, mijo! Pásame lo que vas a sacar ¿cuántas necesitas?
Yo: Ehhh... dos fotocopias ampliadas, por favor.
No sé cómo pude contener suspiro en ese momento, yo estaba que sacaba 1000 fotocopias de mi documento de identidad.
Antes de pagarle, lo miré sutilmente ahí en su paquete y le pagué con un billete de alta denominación para prolongar un ratico viéndolo, a pesar que yo estaba retrasado.
Le di las gracias y me fui con la cabeza dañada.
Desde ahí yo empecé a imaginar cómo podría tener Hernán la verga, hasta me imaginaba lo rico que pudo haber pasado con la vecina acaba hogares. Incluso, muchas veces fantasee que le hacía sexo oral de rodillas.
Una tarde iba yo rumbo a casa en Transmetro lleno, lo vi subir con unas bolsas, le hice señas, se acercó
Hernán: — Hey, ¿qué más?
Yo: — Aquí, vengo de la U, ven y te ayudo con las bolsas
Hernán: —Gracias...
Yo: — Oye, menos mal te veo, porque he tenido inconveniente con mi pc, bueno como tú eres técnico en Sistemas, pensé en ti
Hernán: — Claro, llévalo a la casa o yo voy, como quieras...
En el transcurso hablamos de eso y cada uno se bajó en su destino.
La verdad en el trayecto de la ruta no presté atención a lo que me decía, yo tenía en frente un paquete delicioso.
Aquella noche me masturbé fantaseando en mi mente que me tragaba su verga, salí hasta teniendo sueños húmedos con él.
El computador dañado era la excusa para tener un acercamiento a él, pero no quería que fuese en su casa, mi mente ya maquinaba traerlo a casa como esa excusa, pero cuando no estuviese mi familia.
La oportunidad llegó el día que mamá viajó a Cartagena para el sepelio de un pariente, como sabía que mamá regresaría tarde o probablemente al día sgte, ahí fue cuando le escribí al WhatsApp:
Yo: —Hernán, qué tal? Será que podrías llegar a casa para que revises el pc?
Hernán: — Ahora estoy en el centro, llego tipo 6:30pm, te caigo en la noche
Yo: — Listo, no se te olvide
Fui a comprar un sixpack de cerveza y las guardé en el refrigerador, todo pensando en ofrecerle.
Efectivamente pasó por mi casa, se detuvo y me dijo:
Hernán: — ahorita vengo, llego a la casa, como algo y te caigo...
Me puse muy nervioso porque aún no sabía cómo proceder ahí, solo sabía que él no era tan consagrado y había posibilidad de dañarle la cabeza, por lo que ya se hablaba de él con la otra vecina.
Transcurrió una hora aproximadamente y tocaron la puerta, abrí y era él. Trajo una sudadera y unas herramientas. Le dije que me siguiera hasta el cuarto pues ahí tenía el pc.
Hernán: — Lo que es la vida del soltero pechichón que aún no sabe de tener un hogar... ¡sabroso!
Yo: — ¿Añoras la soltería?
Hernán: — Nombe, estar casado también es sabroso porque siempre tienes la costilla ahí al lado (mujer)
Se sentó y me preguntó qué presentaba el equipo, lo examinó e íbamos charlando a ratos...
Le dije :
Yo — ¿quieres una fría? Ahí tengo una sixpack
Hernán — jajaja es apenas jueves
Yo

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